“FORMATEANDO LA SUBJETIVIDAD DE LA DANZA”
A- ¿Pudiste ver lo que quise decir con la serie de pasos y movimientos que realice en la obra que presente?
B- ¿Con los saltos que estabas dando?
A- ¿Te diste cuenta de la realidad de la que quiero hablar y que esta sucediendo en mi contexto?
B- Desde donde estaba sentada lo vi de otra manera.
Esta conversación y muchas otras de este estilo, se hacen presente cuando se termina una función o presentación de danza, o cuando se abren espacios para dialogar sobre lo presenciado.
Reconocer lo complejo del lenguaje, los significados, las herramientas y estrategias que implementamos las y los artistas para poder compartir la realidad que habitamos, es una reflexión que constantemente pongo en la mesa durante el proceso creativo:
¿Será que si se entenderá lo que quiero decir? ¿Será que mi meta-discurso es claro, pertinente, oportuno y necesario de expresar en ese momento, contexto, lugar? ¿Qué tan real es esto que estoy interpretando o hasta donde me permito que sea “real”?
Técnicas, códigos, objetos, iluminación, vestuario, maquillaje, utilería y un sin fin de códigos se hacen presentes en la escena para dialogar con el otro, y que dialogan, a pesar de nosotros, a través de los códigos establecidos en las historias, experiencias y significados con lo que cuentan las otras personas y no necesariamente desde donde yo deseo que dialoguen.
¿Doxas en la escena? ¿Doxas en la danza?, sí, muchos existen y ya se empiezan ha hablar de ellos, de las cosas que nos dijeron que teníamos que hacer, ser y aguantar, y que hoy decimo ¡BASTA!.
Cada día se comparten tanto de la danza que ya podríamos decir que estamos llegando a los 1 Gigabytes de lo que deberíamos hacer y 1 Thera de lo que no deberíamos hacer en la danza mexicana.
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